Felicidad

De la sucia mente de Davo | Día 7.12.13 | Acerca de: ,

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Siempre dije que felicidad y amor eran dos palabras que me parecía muy aventurado usar: su significado, creo, nadie lo tiene tan claro como para utilizarlas. En fin, la gente las dice y las escribe como si las entendiera, y no importa que no las entienda, porque, si cree que lo hace, no pasa nada; no es que yo tenga la verdad absoluta sobre su significado.

Creo, de todos modos, que he descubierto un significado de felicidad, al menos para mí. Se trata de lo que menos se tiene y más se desea: tenerlo es la felicidad. Yo, por ejemplo, ahora mismo sé que lo que más deseo es vida, vida de verdad; no quiero estupideces. En estos momentos en verdad anhelo la vida, porque ya estoy muerto, y esto debe leerse del modo menos literario y poético posible.

Todo era tan perfecto hasta hace unos meses, con todo y los patéticos sufrimientos de adolescencia frustrada. Éramos tan perfectos yo y tú, el del espejo.

¿Todos los días llegan alguna vez? Nunca llegó el de sentirse merecido y merecedor.

Protozoarios satánicos, tepache y todo lo demás

De la sucia mente de Davo | Día 23.11.13 | Acerca de:

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Quisiera usar este tiempo para algo, pero no soy un genio literario ni un artista talentoso ni una exitosa y asquerosamente gorda cheff. Entonces, sólo me queda pudrirme poco a poco, así como ahorita. 

Me estoy muriendo y ya no importan los días que vengan o no vengan; ya nada importa. Debí saberlo desde que comenzó este año, porque, aunque para el primer día de dos mil catorce siga respirando, llevo muerto un buen rato.

Me encantaría culpar a los demás, pero sé que soy yo. Fui yo. 

Todos los días llegan, y, con cada uno de ellos, viene la descomposición.


Sado

De la sucia mente de Davo | Día 14.9.13 | Acerca de: , ,

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Recuerdo cuando le dije a Carrasco: "estoy aquí porque soy masoquista". Él dijo que él sería el sádico: saqué seis en Álgebra.

Hoy me gustaría que fueras mi único problema, porque de las porquerías que me han sucedido fuiste la menos mala y casi la más placentera. A fin de cuentas nunca fuimos tan distintos: nos complementamos en cierto modo abstruso para cualquier sentido común, inclusive para el tuyo. Solo yo comprendo que casi soy un masoquista emocional que encajaría perfectamente con alguien como tú si tu sadismo fuera tantico así: emocional. 

Yo designifiqué el trayecto y resignifiqué la mordida. 

¿Todos los días llegan? Llega el día en que uno se da cuenta de que es una señora que ya no sabe ni qué pensar ni qué sentir; llega el día en que una insensata, sin quererlo, te bombardea con un antiguo sinveniracuento

Reconstrucción

De la sucia mente de Davo | Día 5.8.13 | Acerca de: ,

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Comprensión, instrospectiva y retrospectiva: las crisis se tratan de eso. Crisis, cariño, de κρίσις, de κρίνω. Si bien no he tomado todas las decisiones que debo tomar y he tomado unas no de la mejor manera, hay que decir que es grato, bien grato, que llegue la crisis.

Revaloración, condescendencia, casi reivindicación: esas cosas son necesarias. Me llamaron triste y eso me dolió. No quise. Decidí intentarlo y creo que terminé de decidirlo gracias a los días que sí llegaron, porque, aunque el pasado me aterre, también me salva.

Lo dicho nunca se va, aunque después se comprenda mejor. No hay palinodias; simplemente, reinterpretaciones. No hay condena.

Habrá que ser consecuente. Antes solía saber bien a dónde iría a parar todo, no puedo olvidar esa habilidad. Finalmente, hay que decir que arriesgar la vida no vale la pena y que lo que puede estar bajo control así está. 

Te quiero. No eres nocivo.

Casi muero de ti.

De la sucia mente de Davo | Día 18.7.13 | Acerca de: ,

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En los parques, los tranvías (o sus restos)... los lugares donde mi mano acostumbra tu mano. Ni es cierto: nunca se acostumbró, pero apretó muy fuerte sin razón aparente. Siempre habré creído que las posibilidades existían porque no me soltaste.

Casi muero de ti, porque has de saber que también desperté enfermo, o algo así. La parte extraña es darme cuenta de que fuiste el segundo neverthought en mi vida, pero el más importante, como si hubieras sido el único, porque las primeras veces siempre han sido desperdicios.

Yo no soy como César, que cree en el amor.

¿Todos los días llegan? ¿Pero cuándo se van?

Y resulta entonces que tú, que todos,hemos estado muertos desde siempre.

De la sucia mente de Davo | Día 8.7.13 | Acerca de:

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Pediría tranquilidad pero no sé si la merezca o la soporte. Ya no tengo dudas de que este ha sido, hasta ahora, el peor de los años. Hoy, después de un largo abandono, he vuelto, y, aunque muchas cosas han cambiado, todavía viven esos elementos que siempre fueron la columna vertebral de los Días: la frustración, los deseos incumplidos, el vacío, la falta de talento para existir. ¿Viven? Llegó un momento en el que me incomodaba saber que no protagonizaría ningún relato interesante, que no tendría algo que hacer para matar el tiempo y otras cosas. No sé por qué llegué a creer que necesitaba algo; ya sabemos que debe tenerse cuidado con lo que se desea. Al final del día, sí viví; viví a medias.

Ya me he convencido de que no todos los días llegan, porque llega el día en que no es necesario vivir toda la vida para saber que hay cosas que nunca sucederán: il buongiorno si vede dal mattino (por nonagésima novena vez). Creí que haber pisado un charco de mierda y haber salpicado a alguien había sido suficiente, pero los dioses de la selva se encargaron de burlarse de mí cruel, cruelmente. Me ofrecieron algo que nunca se me había ocurrido pensar: un respiro, unas horas de adolescencia, de esa adolescencia que jamás creí que tendría, esa con los suficientes defectos... Pero nada. Me lo quitaron de tajo y súbitamente, me dejaron lamer lo que no podría comer. Recuerda que ni esto ni nada parecido es para ti. ¡Qué cojudez!

Pasé varias semanas dándole vueltas el número de veces que es necesario darles vueltas a las cosas que hay que darles vueltas. Es una suerte que, cuando uno se siente mal, todavía exista, aparentemente, una vida con la cuál seguir. El tiempo todo lo disminuye, pero es incómodo vivir con asuntos inconclusos a cuestas. El curso de las cosas, a la larga, me enfrentó a una despedida que me me terminó de golpear; pude hablar de lo que tenía que hablar y, aunque nunca entendí tu filosofía sádica y supe que te estabas engañando (o eso quise creer), tomé la decisión más sana, asentí, acepté un abrazo y nos marchamos. Nuestros mundos son tan distintos que nunca se volverán a encontrar.

Hasta entonces creía merecer algo mejor, pero nunca se es víctima demasiado tiempo. Uno, inesperadamente, se topa con esos días en los que todo es re inocuo y, sin llegar a un verdadero punto de inflexión, de pronto se tropieza. Nunca se sabe. Nunca se tiene certeza sobre el porqué de las cosas. Casi podría jurar que ensucié mis pantalones en el mismo charco de mierda, pero jamás nada sucede igual dos veces, ¡qué consuelo! Ya no hubo salpicones, pero, de nuevo, no podía explicar nada.

Ahora que la suerte se escapa de mis manos, la única culpable soy yo. Bueno, eso no puede ser justo; tal vez lo sea en mí, ahí donde yo mismo me traicioné, pero no lo es allá afuera. Allá todos deberían tomar su parte. En fin. A pesar de que haya un poco de infierno en los demás, no puedo evitar avergonzarme. Es muy triste todo: no entender mis porqués ni mis paraqués y, máxime, desconocerme.

No puede ser fortuito, gratuito ni azaroso haberme reencontrado con este lugar. Siempre he pensado que tiene una función y aunque ya he borrado o editado todo lo que ya no tiene razón de existir, porque ya ha servido, me ha gustado volver a ver una parte de mí que hace mucho no veía. No ha cambiado mucho si miro hacia atrás; recordar hasta puede provocar sonrisas, aunque sea un ejercicio sin ninguna utilidad práctica.

Hoy ya no me quiero o, al menos, ya no me creo cuando me lo digo.

Paradójicamente, llega el día en que te das cuenta de que no todos los días llegan, por mucho que los esperes. Es una pena, Carla, querida. Es una pena, Max, cariño.